Mirabas nuestra lavadora como si pudiera decirte algo, como si te explicara las historias de cada una de las prendas que perdimos en ella, como si pudiera decirte como recuperarlas.
Escuchabas una vez tras otra nuestras canciones, y parecía que buscases frases escondidas en la sopa de letras de todos los domingos. Dejaste una temporada de comprar el periódico y, en vez de ello, regresaste a casa con dos paquetes de sopa de pasta con forma de letras. Creo que puede que sea una excusa para cuando te perdías mirando el plato.
¿Qué quieres que te diga? Perdimos la emoción del primer día.
Secretamente admiraba tu búsqueda por encontrarla, y te animaba cuando no me veías y te girabas para concentrar-te en una foto. Ahora es cuando me alegro de haberlas guardado todas.
Yo ya empecé esa búsqueda en un par de ocasiones, pero ya sabes como es, y nunca te diste cuenta. Por eso te animo, porque puede que mires en algún lugar donde a mi no se me ocurrió sacar el polvo.
Hoy te encontré mirando en un armario.
- ¿Qué buscas, cariño?
- La verdad es que no estoy muy seguro… - Contestaste mientras retirabas prendas de ropa.
- ¿Quieres que te ayude?
- Eh… bueno, si quieres…
Noté la poca convicción en tu tono de voz, pero saqué un par de cajas y retiré ropa contigo. Poco a poco fue oscureciendo, pero nuestra vista se había acostumbrado a la luz natural y ninguno de los dos encendió el fluorescente del pasillo.
Finalmente encontramos todas las prendas que se había tragado la lavadora, dobladas y planchadas dentro de una caja al fondo del armario. La abrimos, nos sonreímos y nos vestimos con ellas. Me parece que la secadora se alegró…
Escuchabas una vez tras otra nuestras canciones, y parecía que buscases frases escondidas en la sopa de letras de todos los domingos. Dejaste una temporada de comprar el periódico y, en vez de ello, regresaste a casa con dos paquetes de sopa de pasta con forma de letras. Creo que puede que sea una excusa para cuando te perdías mirando el plato.
¿Qué quieres que te diga? Perdimos la emoción del primer día.
Secretamente admiraba tu búsqueda por encontrarla, y te animaba cuando no me veías y te girabas para concentrar-te en una foto. Ahora es cuando me alegro de haberlas guardado todas.
Yo ya empecé esa búsqueda en un par de ocasiones, pero ya sabes como es, y nunca te diste cuenta. Por eso te animo, porque puede que mires en algún lugar donde a mi no se me ocurrió sacar el polvo.
Hoy te encontré mirando en un armario.
- ¿Qué buscas, cariño?
- La verdad es que no estoy muy seguro… - Contestaste mientras retirabas prendas de ropa.
- ¿Quieres que te ayude?
- Eh… bueno, si quieres…
Noté la poca convicción en tu tono de voz, pero saqué un par de cajas y retiré ropa contigo. Poco a poco fue oscureciendo, pero nuestra vista se había acostumbrado a la luz natural y ninguno de los dos encendió el fluorescente del pasillo.
Finalmente encontramos todas las prendas que se había tragado la lavadora, dobladas y planchadas dentro de una caja al fondo del armario. La abrimos, nos sonreímos y nos vestimos con ellas. Me parece que la secadora se alegró…
4 Comments:
este fragmento de vida cotidiana me ha encantado.
Sólo una vez, ante las páginas de un cuento corto, sonreí al final por la sencillez y la claredad de su historia...
Tan vívida como el presente que ahora camino... mientras escribo.
Qué buena eres.
:D y encima eres mi hermana! jejejeje tengo el privilegio de leerte enseguida. ;)
Llevais tiempo sin escribir, bastante diría yo, pero se os sigue...un abrazo
A veces, las historias más sencillas son las más bonitas.
Enhorabuena, me ha gustado mucho lo que has escrito.
Te invito a que te pases por mi blog (http://desvariosfreaks.blogspot.com)
Un saludo muy grande.
Te has ganado una ferviente admiradora ^_^
estepa grisa. voy recorriendo con el dedo el camino que trazas, encontrando pistas y siguiendo senderos que me acercan un poco más. Este texto me ha hecho sonreír; muchas gracias.
Publicar un comentario
<< Home